Por Karen Watkins Fassler
Investigadora, CIIE-UPAEP y IESDE School of Management
La empresa familiar se
caracteriza por la conjunción entre las dimensiones empresarial y familiar.
Ésta busca potencializar el valor empresarial, así como alcanzar objetivos de índole
socio-emocional, propios de la familia. La
interacción entre empresa y familia conlleva a una serie de planteamientos y retos
particulares para este tipo de organizaciones.
En
la concepción de la empresa familiar, surge la duda de si ésta se puede aislar
de la persona misma, quien inevitablemente va a morir. Algunos estudiosos de
esta área dan pocas probabilidades de supervivencia a las firmas familiares. Éstos
argumentan que el lograr superar la tercera generación es un fin inalcanzable,
por la misma condición efímera del ser humano, que impregna a la organización.
No
obstante, este planteamiento parte de una concepción estática de familia. Conforme
pasa el tiempo la familia no desaparece, pero sí se torna más compleja. Si la vislumbramos
como un árbol, en su evolución algunas ramas se caen pero otras nuevas
surgen. Al conceptualizar a la familia
como una unidad dinámica, entonces es factible la supervivencia de la empresa familiar. Sin embargo, la mayor
complejidad de la familia a través de las generaciones se ve reflejada también
en la firma familiar. La supervivencia de la empresa familiar depende entonces
de las habilidades y la preparación de los empresarios familiares para manejar
tanto las relaciones familiares como los asuntos de índole empresarial.
Desde
los inicios de la empresa familiar, los fundadores se preocupan por el futuro
de la firma y de los herederos. A pesar de ello, son relativamente pocos los
que establecen un plan de sucesión, donde se fijen las pautas para la formación
y selección de los sucesores, el fomento del emprendimiento por parte de
miembros de la familia, así como la
creación de órganos internos que favorezcan la unidad familiar y los resultados
empresariales. Muchos de los fracasos de la empresa familiar tienen origen en
problemas familiares, que pueden aminorarse con un mayor compromiso por parte de sus miembros para hacer frente a la
mayor complejidad de la empresa. Citando al profesor Miguel Ángel Gallo,
reconocido experto en temas de empresa familiar y catedrático del IESE Business
School en Barcelona, ¨ Es más difícil la convivencia que la
sucesión¨.
La
empresa, al igual que la familia, es una institución social donde por
definición conviven personas. En la firma familiar, coexisten ambas instituciones
simultáneamente. En toda organización social hay conflictos de interés, los
cuales deben ser abordados de forma tal que se respeten las diversas posiciones
y se fomente el trabajo en equipo sobre el individualismo. Particularmente en la firma familiar, el
proceso de sucesión debe involucrar la buena convivencia entre las generaciones
presentes y las futuras, la transmisión de los valores familiares y la herencia
tanto de los activos de la empresa como de los sentimientos que impactan en su
posibilidad de supervivencia en el tiempo: amor, compromiso y confianza.
No
tenemos mucha experiencia con empresas familiares que hayan superado la tercera
generación. Lo que es claro es que la planeación de la sucesión reduce los
problemas de la desunión familiar y aumenta las posibilidades de sobrevivencia
de la firma familiar. El tiempo irá dictando nuevas y mejores recomendaciones
para manejar exitosamente las dimensiones empresarial y familiar de este tipo
de organización social.
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