En México parece prevalecer la idea de que la democracia debe ser de "guante blanco", es decir, diálogos ordenados en los que no se alza la voz, ciudadanos que con toda civilidad proponen y una autoridad que también con toda civilidad los escucha. Habría que pensar: ¿en qué país se genera una democracia con estas características?.
En todas las sociedades existe conflicto. La cuestión parece ser que las personas tenemos miedo a disentir y preferimos pensar en que los consensos siempre son posibles. El premio Nobel de Economía Kenneth Arrow, tiene una explicación de porqué no es posible generar un consenso en una sociedad. En la literatura se denomina como el "Teorema de la Imposibilidad". Dicho teorema indica que cuando se tienen tres o más alternativas en una votación, no es posible encontrar una preferencia global en la cual exista la ausencia de un dictador, y al mismo tiempo no se pueda beneficiar a un individuo si perjudicar a alguno otro (eficiencia paretiana). Alternativamente: es imposible generar una preferencia global (en la que todos estemos incluidos y seamos beneficiados), a menos que esa preferencia sea generada por un dictador. Hasta cierto punto, la democracia podría considerarse como una dictadura: la de las mayorías. No debería sorprendernos entonces que existan "pataleos" y "gritos", pues lo que está en juego es la definición del poder.
Carlos Fuentes dijo que "la política no es otra cosa más que la expresión pública de pasiones privadas". Un caso que confirma la afirmación es (curiosamente) el último debate en el cual, los candidatos a la presidencia de Francia Hollande y Sarkozy, arremetieron uno en contra de otro sin ningún pudor, en un ejercicio que se antoja muy poco caballeresco. Si Francia, un país desarrollado, presenta este comportamiento ¿por qué no habría de ocurrir lo mismo en México, precisamente ahora que nos encontramos en un período de campañas electorales?.
A partir del evento del candidato del PRI en la IBERO Santa Fe en el DF, algo se rompió en la forma de hacer política en el país. Esta ruptura ha sorprendido a todos, principalmente a la clase política. Los jóvenes, de ser apáticos apartidistas y sin compromiso, ahora se han convertido en aguerridos manifestantes en contra de los monopolios, del sistema político y al fin de cuentas del status quo.
No puedo afirmar que los jóvenes tienen razón en sus demandas o si han elegido la forma correcta para expresarlo. Sin embargo me queda claro que lo que están haciendo también forma parte de la democracia. Sobre la respuesta de la sociedad me llaman la atención dos situaciones: 1) Los mexicanos podemos celebrar movimientos sociales en otros países (los jóvenes twitteros y facebookeros en Egipto o el 15 M), pero nos cuesta reconocer que es posible que 131 jóvenes se manifiestan en una universidad (que por definición es diversa) en contra de un candidato. 2) Al igual que las autoridades egipcias nuestros políticos también despreciaron el impacto de las redes sociales hasta ahora que han comenzado a resentir sus efectos.
Mi pronóstico es que ante estos hechos que podríamos calificar como "nuevos" en la política mexicana, en el proceso electoral de 2012 ocurrirán dos cambios importantes. El primero es que la sociedad tolerará un proceso democrático más "violento", mediáticamente hablando, a diferencia de lo que ocurrió en 2006. El segundo es que las preferencias políticas habrán de modificarse debido al impacto de los mensajes, escándalos y hechos coyunturales.
Mi hipótesis aventurada sobre la elección del 2012 es que será una elección cerrada entre tres candidatos, donde uno de ellos tiene un poco más de probabilidades de ganar. Y si se genera este resultado también será producto de un proceso democrático.
Como siempre el lector tiene la mejor opinión al respecto.
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