Fuente:encsw.org
En un acto al más puro estilo de Houdini, los diputados que integran la Comisión de Hacienda del Congreso de la Unión, han dejado de lado el tema de la disminución al 15% del IVA. Sin embargo la salida tampoco les será tan cómoda, puesto que han planteado la pertinencia de gravar con 7 pesos el consumo de cada cajetilla de cigarros (en algunos medios aparece con 10). Esta medida ha provocado el descontento de las dos principales empresas tabacaleras del país: British American Tobacco (BAT) y Philip Morris de México. El argumento en contra del impuesto de las tabacaleras, es que contribuyen con el "...44 por ciento del total de impuestos especiales, poco más de 13 mil millones de pesos, y se estima que para el cierre del año aporte a las finanzas públicas más de 23 mil 500 millones" (ver acá). Por su parte, Jesús Felipe González Roldán, de la Red México sin Tabaco, manifiesta que "...más de 50 organizaciones lucharán por esa aprobación y para evitar que se "negocie en lo oscurito" ese impuesto, por lo que las irregularidades que detecten serán denunciadas en las redes sociales, en una página en Internet y en espectaculares". Incluso, se ha planteado una campaña a través de redes como facebook o twitter (en facebook (voto-por-la-salud), twitter (@SIN_Tabaco) y la página www.votoporlasalud.org). El argumento de las organizaciones antitabaco consiste en que aumentar el impuesto sobre los cigarros si reduce su consumo, más aún si esta medida se acompaña de la inclusión de imágenes disuasivas en cada cajetilla. Las tabacaleras naturalmente opinan lo contrario.
En esta nueva discusión, cabría preguntar: ¿realmente el incremento en impuestos disminuye el consumo de cigarros?.
Intuitivamente, se podría indicar que la demanda de tabaco es inelástica, es decir que ante cambios en el precio inducidos por un mayor impuesto, la cantidad consumida de tabaco prácticamente es la misma. Esto se podría fundamentar en el hecho de que el tabaco es una adicción. Evidencia de este argumento puede encontrarse en Abedian (2000), donde se presenta una tabla con las elasticidades de la demanda de tabaco para diferentes países (EU, Suiza, Reino Unido, Papúa Nueva Guinea, el estado de California en EU, 11 estados de EU y Sudáfrica).
Fuente: Abedian, 2000
Como se puede notar, todos los valores resultan ser menores que 1 en valor absoluto (salvo el de Van Walbeek para Sudáfrica en 1997), lo cual implica que en las muestras estudiadas la demanda de cigarros es inelástica. La implicación de política pública de estos datos es la siguiente: 1) Para disminuir el consumo de tabaco, no sirve una estrategia de aumento en su precio; sin embargo 2) se genera un mayor ingreso para el Estado que otros bienes más elásticos.
Hu, Sung y Keeler (1995), presenta evidencia que contradice lo anterior. Demuestran que los efectos de impuestos y campañas simultáneas en contra del consumo del tabaco, podrían generar disminuciones en las ventas de este producto. Utilizando datos del estado de California entre 1980 y 1992, descubren que las ventas de cigarros se redujeron en 819 millones de cajetillas del tercer trimestre de 1990 al cuarto trimestre de 1992, cuando el estado aplicó un impuesto de 25 centavos de dólar. Por su parte, la campaña en contra del tabaco logró una reducción de 232 millones de cajetillas durante el mismo período. La conclusión es que ambas estrategias inhiben el consumo de cigarros. Sin embargo, el aumento de impuestos tiene un mayor efecto en el consumo.
Esta postura es confirmada por el reporte del World Bank "Curbing the Epidemic : Governments and the Economics of Tobacco Control". La principal conclusión, es que incrementar los impuestos, reduce significativamente el consumo de tabaco. En particular la población joven responde más a los incrementos de precios que la población adulta. De hecho en la gráfica de abajo, presentada en el citado reporte y construida con datos de Canadá, a medida que incrementa el impuesto al tabaco, existe una disminución en el consumo del mismo. El problema es que se llega a un umbral donde aparece el contrabando (el año de 1993), y entonces para frenarlo, se debe disminuir el impuesto.
Esto último resulta llamativo porque al buscar resolver un problema de salud, el gobierno podría incentivar la aparición de un mercado negro y delitos asociados a este. Los datos de este reporte para Canadá, exhiben que el gobierno en una primera instancia aumenta el impuesto (de 1989 a 2003), después lo baja (de 1993 a 2004) y finalmente lo vuelve a aumentar (de 1994 a 1995).
En la otra gráfica, se observa con datos de Sudáfrica de 1970 a 1989, que al incrementar los precios del cigarro (línea naranja), disminuye su consumo (línea negra).
Fuente: World Bank, 1999
Para el caso de México, no se reportan datos, por lo cual sería interesante tener alguna estimación. En futuras contribuciones trataremos de satisfacer esta inquietud. Sin embargo, a partir de la experiencia de otros países (en particular Sudáfrica), se puede afirmar que la receta del Dr. Cordero, podría resolver un problema de salud y de finanzas públicas simultáneamente.
Desafortunadamente, la simple expectativa en relación al incremento del precio de los cigarros, muy probablemente motivará "compras de pánico" entre los fumadores. Así, el anuncio del gobierno provocará el efecto contrario al que se busca, es decir, un incremento en precio incrementará la cantidad demandada, al menos durante el periodo previo a la entrada en vigor de la ley.
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